Es la última noche del año y la vamos a pasar llenando nuestra panza sin piedad. Esto no supone problema alguno salvo que si no ponemos ciertas medidas al día siguiente podemos tener algunos problemas con nuestro sistema digestivo.
Lo primero de todo es saber comer con calma, a veces estas cenas se prolongan varias horas. Es como una carrera de fondo, hay que saber dosificarse si queremos llegar enteros al final (las uvas). Comer despacio, de todo un poco y sin abusar es el mejor consejo.
En cuanto al alcohol, un poco de precaución, no conviene pasarse con la bebida en la cena, la digestión será mucho más pesada. Si empezamos con cerveza sigamos con ella, si es vino igualmente, pero como empecemos a mezclar todo, nuestro estómago puede ser una bomba.
Mariscos sí, pero con tranquilidad. Normalmente estamos poco acostumbrados a este tipo de alimentos y si nos pasamos el estómago puede rechazarlos. Gambas, langostinos y similares pueden alegrarnos la cena o chafárnosla, sobre todo si van acompañados de salsas varias.
Si en la cena dan a elegir carne o pescado recomendamos el pescado, tiene menos grasa y es más ligero que la carne. Después de todos los aperitivos que llevamos encima algo de descanso al estómago no le vendrá mal.
Tampoco está de más picar algo de ensalada, esto mantendrá ocupado al estómago un rato y lo saciará, evitando que todo lo que comamos sea alto calórico.
Y si estás con algún plan dietético recuerda que por una noche que te lo saltes no va a pasar nada. Los dietistas suelen dar un día libre a la semana, que mejor que este.
Moderación es el mejor consejo que se puede dar, y sobre todo pasarlo bien en la última cena del año.
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