Pequeños puntos que no debemos pasar por alto a la hora de entrenar para evitar lesionarnos

Pequeños puntos que no debemos pasar por alto a la hora de entrenar para evitar lesionarnos
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Cuando entrenamos en el gimnasio siempre intentamos realizar las rutinas de la forma más acertada posible, respetando los movimientos y el desarrollo de cada ejercicio. En la mayoría de los casos esto se lleva a la práctica de forma adecuada, pero existen algunos puntos que pasamos por alto. Se trata de pequeños detalles que a la larga pueden perjudicarnos y conseguir que nuestro cuerpo se resienta y algunas de sus partes se lesionen.   En la mayoría de los casos pasamos por alto los pequeños detalles y nos centramos en la ejecución correcta sin más. Aunque realmente no es del todo correcta pues no la estamos haciendo adecuadamente al pasar por alto estos puntos. Es necesario por ello que pongamos interés en mejorarlos, y que mejor manera que saber en qué estamos fallando.

  Desde que iniciamos nuestra andadura deportiva en el gimnasio siempre se nos ha dicho que el recorrido de los ejercicios debe ser completo, de modo que comencemos desde un punto y terminemos en otro, donde normalmente solemos estirar del todo las articulaciones que intervienen en este movimiento. Este acto implica una contracción de los músculos implicados, que además de soportar la tensión del ejercicio en sí misma, deben aguantar la presión que ejercemos al estirar la articulación con la carga.   Un claro ejemplo de esto es el efecto que se produce en las cabezas del tríceps cuando lo entrenamos. Normalmente solemos tender a estirar del todo los brazos cuando llegamos al final del recorrido del ejercicio. Cuando llevamos esto a cabo lo que hacemos es cargar con tensión innecesaria la zona de las cabezas musculares que se conectan con los huesos. Es un acto que a priori no se nota, pero que poco a poco produce un desgaste en nuestros músculos pudiendo llegar a causarnos molestias, inflamación de la parte afectada y dolores crónicos.   Lo mismo sucede a la hora de entrenar las piernas, ya que la rodilla suele ser una de las partes más afectadas, al igual que las muñecas y los bíceps. Por este motivo debemos evitar estirar del todo y forzar nuestras articulaciones mientras estamos realizando un ejercicio. De nada nos sirve apurar al máximo, cuando la carga la va a soportar la articulación y los tendones en vez del músculo. Es mucho mejor conseguir que sea éste el que sufre toda la tensión del ejercicio.   Para lograr que las rutinas de entrenamiento sean lo más relajadas posibles para nuestros tendones y articulaciones debemos realizarlas de forma pausada, con ejercicios suaves. La rapidez hace que no controlemos el recorrido y acabemos congestionando demasiado los tendones y partes del músculo. El movimiento nunca debe culminar con los brazos o las piernas estiradas del todo, ya que es importante que evitemos cargar demasiado estas partes del cuerpo y retrasar así su desgaste.

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