Salir a correr cuando tienes asma: estas son las precauciones que tienes que tomar

Salir a correr cuando tienes asma: estas son las precauciones que tienes que tomar

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Salir a correr cuando tienes asma: estas son las precauciones que tienes que tomar

Salir a correr cuando padeces asma no tiene por qué suponer un problema pero, por tu seguridad y para evitarte sustos es mejor que tomes algunas precauciones. De lo contrario, un ataque de asma puede dificultar tu respiración y no solo truncarte el entrenamiento sino además obligarte a hacer reposo y detener tus progresos más tiempo de lo que te gustaría.

1. Asegúrate de que es asma y contrólala

Lo primero es que te asegures que tus problemas respiratorios son realmente asma y no otras cosas, porque hay otros motivos por los que puede silbarte el pecho al respirar por ejemplo. Acude a la consulta de tu médico y cuéntale tus síntomas para que te haga el diagnóstico correcto.

Una vez que sepas que lo que tienes es asma, aprende sobre ella: qué te la provoca y con qué intensidad, qué medicamentos puedes tomar en caso de crisis y en qué dosis, cuánto tardan en revertir los síntomas y cada cuánto tienes que repetir la dosis. Esto te ayudará a conocer y reconocer las señales, cuando salgas a correr, de que es momento de parar.

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2. Lleva siempre la medicación encima

Una dosis con tu inhalador puede evitar que pases un mal rato si sobreviene un espasmo y de pronto te cuesta respirar, así que llévalo siempre contigo cuando salgas a correr. De hecho, si padeces crisis a menudo o si son poco frecuentes pero severas, sería buena idea que lo llevases siempre contigo.

Algunos especialistas recomiendan utilizar la medicación de forma preventiva antes de empezar a correr. Consulta esta posibilidad con tu médico y sigue sus consejos.

3. Consulta el tiempo y la concentración de polen

Antes de salir a correr, dedica unos minutos a consultar el tiempo que hace y los niveles de concentración de polen en el aire.

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Ambientes más húmedos y templados son más propicios para los corredores asmáticos que otros más secos y fríos, así que en invierno puede ser mejor correr a medio día que a primera hora de la mañana.

Por otro lado, en primavera y verano las concentraciones de polen aumentan a medida que avanza el día, así que opta por salir más temprano, cuando los niveles todavía son bajos.

4. Aprovecha después de la lluvia

Correr después de que haya llovido es especialmente agradable para los asmáticos, ya que la humedad es alta y el agua al caer habrá limpiado el ambiente de micropartículas de polen o contaminación que son un riesgo para los asmáticos.

5. Aléjate del tabaco

Fumar es un hábito dañino para todos, pero aun más para los asmáticos, ya que las sustancias que contiene el humo del tabaco irritan los pulmones y los hacen más propensos a los espasmos. Si fumas y lo dejas notarás inmediatamente una mayor facilidad para respirar y correr.

6. Calienta bien antes de correr

Ni se te ocurra saltarte el calentamiento previo a la carrera. Dedica 5 o 10 minutos a ir preparando a tu cuerpo para el esfuerzo, no solamente por tus músculos (que también) sino también por tus pulmones, que irán cogiendo velocidad más fácilmente si les dejas hacerlo poco a poco.

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7. Conoce tus límites y respétalos

Muchos asmáticos son corredores más lentos que sus amigos o compañeros de entrenamiento, y saben que no les queda otra que correr a su propio ritmo y retirarse cuando los pulmones dicen que basta por hoy. Hazles caso tú también. No fuerces más allá de lo que sientes que puedes entrenar. Si eso significa dejar que tus amigos te adelanten, así tiene que ser.

8. Considera taparte la boca y la nariz

Una mascarilla o una braga de tela que te tape la nariz y la boca mientras corres puede servir de filtro para partículas de polen y polvo que haya en el aire y que podrían desencadenar un ataque de asma. Sin embargo, correr así no es cómodo para todo el mundo. Prueba y encuentra la opción que mejor te vaya.

9. Después, directo a la ducha

Cuando termines de entrenar, vete directo a la ducha y echa tu ropa a lavar. Así te quitarás de encima enseguida el polen y el polvo y evitarás respirarlos más de lo necesario, reduciendo las probabilidades de un ataque de asma.

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